- Adquisición de una mejor pronunciación. Los niños/as pequeños tienen mejor capacidad de asimilar, recordar y reproducir nuevos sonidos.
- Facilidad de aprendizaje. Aprender un idioma extranjero mediante juegos, canciones, cuentos, etc; es mucho más divertido que mediante las lecciones convencionales.
- Ausencia de bloqueos emocionales. Uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los adultos cuando aprenden un idioma nuevo, es la vergüenza. En edades tempranas, los niños/as tienen la capacidad de intentar expresarse sin miedo.
- Mentalidad abierta. El aprendizaje de un idioma a una edad temprana, anima a los jóvenes a despertar la curiosidad e interés por nuevas culturas y les permite forjar una mentalidad más abierta y crítica.
Si queréis verlo vosotros/as mismos/as, aquí tenéis a la pequeña Sumaya de tres años.